Raquel & David
Cuando Mireia escogía su coche de novia no esperaba que de camino a la boda la seguiría un convoy de motos. Esta sorpresa la puso en marcha su padre motero y no se equivocó! Los pitos de los cláxones y el zumbido de los motores no sólo hicieron reír a su hija, pero sobre todo distendieron todos los nervios. Mireia salió de su barrio con un apoyo multitudinario y ensordecedor. Los invitados que la esperaban en el Mas de Can Riera escuchaban los motores subiendo la montaña y la emoción en el ambiente aceleró al máximo.
Dos motos guiaron el Rolls-Royce blanco hasta el pasillo desde donde Carlos, el novio, miraba a su prometida emocionado. Todos quedaron impresionados con esta entrada tan atrevida. Después de una ceremonia muy emotiva y personal, el día siguió sin interrupciones, pero el nivel de exaltación no bajo hasta el final!
This beautiful couple picked some really beautiful spaces to celebrate their wedding. The ceremony was held in a pretty old church in Llagostera. Afterwards, everyone moved to Mas Marroch in Girona. This elegant venue is one of those places where every corner hides a pleasant surprise. The cocktail reception was held in an astonishing wooden-roof pergola. In the evening, an open-air candle light dinner was served in the garden. A treat was not just on the eye, all food was prepared by famous Michelin Star Chefs – the Roca brothers.
Gill and Chris brought their friends and families all the way from Scotland to celebrate their wedding day under the blue skies of Spain. And they hit the bull´s-eye! Everyone was amazed with the venue Casa Felix, the food and with how stunning the bride looked. It was one of those weddings where everything goes as planned and exceeds expectations. On top of that, it was Sant Joan, the longest day of the year and a magical night of celebration here in Catalunya! If that was not enough, it coincided with Chris’s birthday! Que vivan los novios! Lang may yer lum reek!
Gill and Chris
Literalmente, la boda de Marcela y Jonás, se celebró entre las olas del mediterráneo. Desde que les conocimos, Marcela tenía claro que se iban a casar frente el mar. Lo consiguió con excelencia en el balcón del Castell Tamarit en Costa Dorada. Mirando al mar, acompañados por sus 8 testigos y 80 invitados, dos enamorados se prometieron amor eterno. Parece una boda de sueño, pero pasó de verdad!